Hoy en M. J. Suazo queremos hablaros de otro electrodoméstico que gana día a día protagonismo en la cocina, la campana extractora. Y lo hace por que sobre ella las marcas están desarrollando un inusitado salto tecnológico. La campana extractora es la revolución que viene. Si no está ya aquí. ¿Imagine una campana que aparentemente es una pantalla Smart TV? ¿Con Neflix y Spotify? Continuar leyendo
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Reparar o cambiar el horno: la pregunta del nuevo año
A partir de nuestras recomendaciones sobre la limpieza del horno, algunos clientes nos han trasmitido acerca de este electrodoméstico imprescindible en nuestra cocina “la” pregunta; la misma que siempre surge cuando hablamos del horno si comienza a fallar o ya han pasado por él los años: ¿lo reparamos? ¿lo cambiamos? ¿compramos uno nuevo?
La respuesta no es fácil. Cada horno es un mundo, y cada familia tiene de él una necesidad distinta. Pero sí se pueden ofrecer unas respuestas básicas. Y todo partiendo de que el horno es quizás –junto a la aparición de los robots de cocina–, el electrodoméstico que más ha evolucionado, el que más ha modernizado nuestra cocina. En apenas unos años, el salto de calidad –y prestaciones– ha sido más que considerable. Es sin duda la nueva estrella de la cocina.
Eso sí, como prácticamente todos los grandes electrodomésticos, la vida útil de un horno se estima entre nueve y diez años. Si su horno de gas ya los ha cumplido, es entonces momento de plantearse adquirir uno nuevo. Aunque debemos de advertir, por experiencia, que con un correcto mantenimiento los hay que extienden su uso entre 13 y 17 años. Y no precisamente, como suele decirse, como “guarda sartenes”.
Veamos. Acerca del óptimo mantenimiento –más allá de la limpieza–, se debe insistir en el uso de recipientes adecuados. Los más recomendables son los de materiales refractarios de colores oscuros, ya que conservan mejor el calor. Hay quien opina que los de silicona, tan de moda, dañan los sensores de humedad de los hornos que lo poseen. No lo podemos afirmar…
Un uso incorrecto muy común es dejar la puerta abierta para que se enfríe más rápido. Sin embargo, esta acción suele provocar daño en las gomas, lo que hará que deje de cerrar herméticamente. Un daño que se pagará caro…
Lo primero que hay que decir es que en un horno, sometido a temperaturas muy superiores a 200º, pueden aparecer muchos tipos de pequeñas averías. Desde el ventilador –fácilmente apreciable, porque deja de oírse su peculiar bramido–, la bombilla, las gomas y, sobre todo, las resistencias. Y más.
La avería más común –bueno, exactamente la consecuencia de la avería más común– es que el horno no calienta. Suele producirse por el fallo de las resistencias, ya que estas tienen una vida útil limitada, aunque depende de múltiples factores: uso, marca, calidad, etc.
Un horno convencional suele llevar dos resistencias, aunque realmente ya se ha hecho común una tercera. La inferior, la superior (la que presta la función grill) y la denominada turbo, que suele estar detrás, cercana al ventilador, y aporta un extra de temperatura.
Intentar reparar un horno es un atrevimiento si no se poseen algunos mínimos conocimientos. Lo suyo es llamar a un técnico. Si desea enfrentarse a la reparación, la regla básica, como en todo, es desconectar la alimentación eléctrica. Y mucha paciencia.
Desarmado el horno del mueble, hay que apartar la tapa. Con un simple polímetro, hay que examinar si la resistencia está o no derivada. Es decir, si da o no continuidad. La falta de uso muchas veces produce alguna derivación. Y realmente sucede. Es una avería, no obstante, fácilmente reparable.
Si hay una derivación lo sabríamos porque a los pocos minutos de estar el horno en marcha nos saltará el diferencial. A veces, da continuidad, pero aún así salta el diferencial. Ocurre porque en este tipo de resistencias de calor secas al dilatarse y contraerse, algunas veces toca con la envoltura metálica… y entonces se produce la derivación. La solución es cambiar las resistencias. O también puede ser que haya un cable pelado o derretido.
Sí podemos dar, por ejemplo, otros consejos para que mantengas tu horno en óptimas condiciones. Y tan fáciles como evitar usar alimentos todavía congelados, no abrir constantemente la puerta (se pierde hasta el 20% de la energía acumulada con solo abrirla una única vez) o apagarlo cinco minutos antes del tiempo programado y esperar al menos esos cinco minutos para abrirlo.
Si la decisión –o la avería no te ha dejado más remedio– ha sido comprar un nuevo horno, realmente te enfrentarás a un gran número de decisiones más allá del volumen ya que se pueden encontrar modelos entre los 53 y 71 litros. Aunque si va encastrado lo primero que hay que tener en cuenta es el ancho, el alto y la profundidad. Lo habitual es un ancho de 60 centímetros (59,5 realmente), pero los hay con algo menos (compactos) o de hasta 90 cm. (extragrande).
Más allá, algunas opciones aparentemente secundarias no lo son, como el bloqueo infantil o la limpieza pirolítica, imprescindible (otro modo de limpieza es la catálisis, pero la pirolisis es más barata y completa). Hoy se han convertido –o debería convertirse– en opciones de serie. Y damos por supuesto que hablamos de hornos multifunción, que son la gama más generalizada: calor arriba y abajo, precalentamiento, grill, ventilador, control de temperatura. Realmente se diferencian a su vez entre modelos de “Aire pulsado” y otros de “Calor giratorio”.
Elegir uno u otro, muy básicamente, es una decisión que tiene que ver sobre todo con el uso que hagamos del horno. Si es muy habitual, el calor giratorio, con su casi inexistente precalentamiento y la cocción simultánea en 3 o 4 niveles sin que se mezclen olores, es más recomendable.
Ya apenas se ven hornos convencionales con cuatro modos de cocción (aunque siguen estando en el mercado para usuarios esporádicos) y los hornos a vapor de las cocinas profesionales –que son el futuro en nuestras casas– aún no se han extendido.
No nos referimos aquí al horno eléctrico, mucho más que un simple microondas, que va ganando espacio en las cocinas, pero que entendemos como otro electrodoméstico distinto. Puede solventar la falta de un horno multifunción, pero no son ni mucho menos comparables en las posibilidades gastronómicas… La eficiencia energética hay que tenerla en cuenta, pero sepa que apenas hay modelos A+ y menos aún A++.
El precio no debería ser un inconveniente, ya que hay modelos de calidad más que contrastada por 300 €. Aunque el mercado ofrece modelos que no alcanzan los 200 € y otros que superan los 500. En su mayoría son modelos que pueden situarse hasta en cinco alturas diferentes. El horno debajo de la vitrocerámica o la cocina de gas son ya historia…
Trucos para limpiar tu horno después de las fiestas
El Roscón de Reyes, el pavo de Nochevieja, la lubina de Navidad… tu horno también necesita reponerse del estrés de las fiestas en el que, seguramente, ni te ha dado tiempo a limpiarlo a fondo. Ya es hora.
El supermercado –y cualquier droguería– abastece de multitud de productos para una correcta limpieza. A nosotros, sin embargo, nos gusta recurrir a métodos caseros que, cuanto menos, nos parecen igual de eficaces, pero, eso sí, menos contaminantes.
Y, por supuesto, baratos. El limón, el bicarbonato o el vinagre son remedios naturales que ayudan a desengrasar. Y de siempre han tenido su sitio en la cocina. Los hornos –a excepción de los que incorporan la función autolimpiado, aunque aún así es recomendable también someterlo a estos remedios caseros– son ideales para comprobar que no estamos hablando de leyendas urbanas.
La limpieza del horno es una tarea que necesitaríamos hacer con más regularidad de la que, realmente, hacemos. Un horno limpio no solo garantiza una mejor salud, sino que también favorece una larga vida a este electrodoméstico, imprescindible en nuestro hogar.
Sin embargo, el recurso constante a productos químicos, lejos de favorecerlo, puede también dañarlo. Por eso, nos gusta recomendar estas soluciones naturales que, digámoslo así, no son tan agresivas, no ya con la protección del medio ambiente, sino con nuestro propio horno.
Elegir una u otra de estas soluciones no tiene que ver tanto con su eficacia, sino con nuestras preferencias: por su olor, por su tacto… en general, cada una de ellas es una buena opción. Aunque no siempre se adaptan a nuestras necesidades.
No hay regla general, pero también podemos elegir según el tipo de uso que le damos al horno a veces rinde más una solución que otra: el limón si lo empleamos básicamente con pescado, el vinagre si lo que solemos asar es carne, el bicarbonato si nos gusta las tartas y los bizcochos… A veces funciona mejor mezclar vinagre y bicarbonato…
Junto a ellos también podemos recurrir a otras soluciones como el uso de la levadura en vez de bicarbonato o la sal gruesa, casi siempre unida al bicarbonato, en vez del vinagre si no soportamos su intenso olor. Aunque estas soluciones nos gusta menos emplearla.
En cualquier caso, todas estas soluciones se deben hacer con el horno ya precalentado a una temperatura en torno a 200º durante diez minutos. Con eso debería ser suficiente. Y recuerda. No son excluyentes. Según el nivel de suciedad: limón, vinagre, bicarbonato sódico… o vinagre y bicarbonato.
Limón
Nuestra tierra es pródiga en limoneros. Así que nada mejor que coger del árbol unos cuantos limones y explorar sus propiedades desinfectantes, desengrasantes y antisépticas. Si bien al emplear el limón lo que proporcionamos, ante todo, es un eficiente desodorante, es decir, elimina el mal olor. Sobre todo, el que nos deja el pescado.
Poned en la bandeja (o mejor aún, en algún recipiente apto para el horno sobre la rejilla) el zumo de dos o tres limones, y déjalo a 200º durante media hora. Sin embargo, hay que tener una serie de precauciones para evitar que se queme el zumo del limón, lo que suele ocurrir si nuestro horno es antiguo y no es digital.
A 250º el zumo del limón se va a quemar con toda seguridad, incluso a 200º es posible si nuestro horno no regula correctamente la temperatura. Bajad entonces a 150º (o incluso a 120º), ya que lo que buscamos es que el zumo de limón hierva simplemente… y de paso también nos aromatice toda la cocina.
Pero, atención, si no queremos correr el riego de que se queme el zumo también podemos añadirle agua en proporción de tres partes de agua por cada una de limón, o incluso mitad y mitad. Si es así también podemos dejar la cáscara de, al menos, un limón en el recipiente. Siempre ayuda…
No es una fórmula tan efectiva, pero funciona. Cuando el horno ya lo permita (que no esté completamente frío, y aún permanezca el vapor dentro del horno) pasad una bayeta por las paredes.
Vinagre
El vinagre tiene, en comparación con el limón, mayores propiedades antibacterianas y desengrasantes, por supuesto también antisépticas. Pero en contra tiene su olor, que en muchas casas no gusta. Pero es radicalmente efectivo.
La primera pregunta a la que nos enfrentamos es, sin embargo, ¿qué tipo de vinagre? Evidentemente hay que descartar el que nos venden para su uso desinfectante, básicamente para la limpieza de baños y fregaderos. Es preferible utilizar alguno de uso comestible.
En general, se suele recomendar el vinagre de manzana, entre otras razones por su olor, menos invasivo, al que solemos ser más tolerante. Sin embargo, es preferible usar un vinagre de vino, evidentemente, estando donde estamos un vinagre del Marco de Jerez o, mejor aún, de vino de Chiclana, una de las estrellas de nuestra gastronomía.
Con el horno precalentado los diez minutos a 100 o 120º (ojo, y ¡ya apagado!,), lo mejor es echar el vinagre en un pulverizador y con él ir cubriendo sus paredes. Inmediatamente, limpiar con una bayeta ligeramente humedecida. Repetir si es necesario (que lo será).
También podemos hacer esta operación rebajando el vinagre con agua (hasta un máximo de tres de agua por una de vinagre) si queremos evitar su fuerte olor, pero que conste que también estaremos rebajando su eficacia.
Hay quien recomienda usar el vinagre igual que con el limón: es decir, ponerlo en la bandeja o en algún recipiente durante treinta minutos a 200º. No nos gusta demasiado porque no nos parece más efectiva, pero de hacerlo hay que tener la precaución de rebajar siempre el vinagre con agua (no es necesario que esté caliente).
Y al igual que con el limón vigilar que no se evapore del todo, y si es necesario bajar la temperatura hasta 120º. Lo que no vamos a ahorrarnos es pasar la bayeta humedecida y con fruición.
Bicarbonato
¿Qué se limpia con bicarbonato en una cocina…? Prácticamente todo, y el horno no iba a ser menos. Es una solución recomendable en caso de suciedad, digamos, exagerada. Aunque, particularmente, en el caso del horno, es preferible usarlo en combinación con otros remedios, como el vinagre.
La solución quitagrasa más usual es simplemente pulverizar agua tibia y bicarbonato sódico en proporción cuatro a uno. O podemos simplemente añadir una cucharada de bicarbonato al pulverizador de vinagre y agua (ojo… con la espuma).
Pero el bicarbonato es más eficaz si se da directamente. Por ejemplo, si en la base del horno tenemos restos quemados o con manchas de grasa incrustadas. Entonces se puede, simplemente, esparcir directamente el bicarbonato y después rociarlo con el pulverizador con vinagre rebajado con agua. Así lo dejamos actuar durante unas dos horas y después lo limpiamos.
Si no quieres usar vinagre, en vez de usarlo seco convierte el bicarbonato en una pasta al mezclarla con un poco de agua en proporción de cinco a uno. También puedes hacerla más líquida añadiendo más agua (hasta mitad y mitad, como máximo). A más suciedad, más bicarbonato. La pasta la puedes esparcir con una esponja o un trapo a las paredes del horno.
El tiempo es proporcional a la suciedad. Hay quién recomienda incluso dejarlo durante doce horas, pero no es necesario. Basta con unas dos horas. Y el horno, recuerda, apagado… Puedes repetir la operación una o dos veces más.
Otra solución con bicarbonato y vinagre, útil también para paredes del horno que no salen solo con el vinagre, es hacer una pasta mezclando diez cucharadas de vinagre, cuatro de agua y tres de vinagre, que debe añadirse muy poco a poco, porque la reacción química a esta mezcla produce espuma.
La mezcla la dejamos actuar con el horno apagado una hora (o lo calentamos a baja temperatura diez minutos para acelerar el proceso) y aclaramos con el pulverizador de vinagre y agua, limpiamos y, finalmente, frotamos con la bayeta. Debe salir la grasa acumulado con relativa facilidad… Hay quien sugiere emplear levadura en vez de vinagre. No lo hemos probado, porque necesitaríamos cantidades ingente de levadura y, además, no estamos convencidos de su resultado. Puestos a sustituir, además, hemos visto que también hay quien sugiere sustituir en la combinación con el bicarbonato el vinagre por sal gruesa.
Un modo eficaz de actuar sin olor, pero también menos eficaz. Evidentemente, en este caso, hay que dejar diluir por completo la sal, que si no araña…
En todo este proceso, es posible, como hemos dicho, que observes que tu horno no regule las temperaturas de una manera rigurosa… entonces podríamos estar hablando de que necesite reparación. O incluso cambiarlo. Pero de esto hablaremos en nuestra próxima entrada.
Problemas frecuentes del lavavajillas
Actualmente en la mayoría de los hogares, uno de los electrodomésticos indispensable es el lavavajillas. Esto se debe a que éste nos hace la vida mucho más fácil, ahorrándonos tiempo y trabajo a la hora de fregar.
Es cierto que es uno de los electrodomésticos más sencillos de usar y no es de los que más mantenimiento necesitan, pero a pesar de esto también sufren averías y podemos tener problemas.
Desde M. J. Suazo os queremos contar hoy, los principales problemas y averías que pueden tener más frecuentemente nuestro lavavajillas.
Uno de los más comunes es que el lavavajillas no coja agua.
Esto es una consecuencia que puede deberse a varias causas. Una de ellas es que el filtro del extremo de la manguera esté sucio u obstruido, casi siempre por el paso del tiempo. Para comprobar si es así, debemos cerrar la llave de paso de agua y desconectar la manguera. Colocaremos la manguera en un cubo o algún recipiente y volveremos a abrir la llave de paso, y si el agua cae, sabremos que la manguera está dañada.
La manguera puede estar doblada y no obstruida. Puede que al colocarla la última vez que manipuláramos nuestro lavavajillas, no lo hiciésemos bien y dejásemos algún pliegue o doblez. Una vez solucionado, debería volver a llenarse de agua.
Se recomienda revisar todos los canales de paso de agua para verificar qué es lo que está produciendo que el agua no corra de manera normal.
Si tras revisarlo todo vemos que seguimos con el mismo problema, deberemos llamar a un técnico, ya que puede deberse a otro tipo de problemas más específicos.
Si por el contrario, en vez de no llenarse bien, nuestro lavavajillas no desagua correctamente y cuando lo abres aún queda agua dentro, como si el ciclo de lavado no hubiese terminado, puede deberse a estas posibles causas.
Una de las causas puede ser un posible atasco en las tuberías de la vivienda. Por otro lado, al igual que con el problema anterior, aquí también puede deberse a que la manguera de desagüe esté doblada. Debemos revisar que no tenga pliegues.
También esta avería puede deberse a la obstrucción en la bomba de desagüe, por algún objeto, que hace que la hélice de vaciado no gire correctamente. Si al poner la bomba en marcha no escucha ruido, lo más probable es que esté obstruido.
Un fallo de corriente del módulo eléctrico también podría ser la causa de la avería, en este caso, esto ya sería algo más grave y que debe arreglar un profesional específico.
Otro de los problemas con los que nos podemos encontrar es que el consumo de sal es excesivo. Esto se da por varias razones, entre ellas que esté en mal estado, defectuosa o dañada tanto la placa electrónica, la electroválvula de regeneración o el propio dosificador. En este último caso, debemos cambiar el ablandador del agua. Otra causa puede ser que el tapón del depósito no cierre herméticamente.
Debemos revisarlo todo correctamente para asegurarnos y saber de dónde viene el problema, para atacarlo directamente.
Si la pastilla de detergente no se disuelve, esto podría suponer un problema o alarmarnos de una posible avería, ya que nuestro electrodoméstico no nos limpiaría bien la vajilla, por lo que no estaría realizando su función correctamente. Esto se puede deber a qué el aspa superior tenga problemas de obstrucción y no golpee directamente a la pasilla, y ésta no se disuelva. Que el cajetín no cierre ni abra correctamente, el problema puede estar ocasionado por esto. También debemos comprobar que el cajetín no estuviese húmedo al insertar la pastilla, ya que si ha sido así, la pastilla se habrá quedado pegada, ocasionando que no se disuelva.
Si encontramos los pilotos de nuestro lavavajillas parpadeando y no se inicia el lavado, lo más habitual es que la intermitencia se deba a que la puerta no está correctamente cerrada. Los pilotos de los lavavajillas suelen tener sólo dos funciones de alarma, y no son referente a nada mecánico. Tan sólo se encienden cuando le lavavajillas requiere más sal o abrillantador.
Si al finalizar el lavado notamos que hay diferencia en la limpieza entre la bandeja inferior y superior. Normalmente eso suele deberse a que las hélices inferiores o superiores no giran bien. Las inferiores son más fáciles de obstruir y se suele dar por algún cuerpo extraño como un tenedor, cuchillo etc.
Por último, otra de las averías más comunes y a las que nos enfrentamos habitualmente es la de que nuestro lavavajillas no seque correctamente. Una de las causas es que necesite más abrillantador, algo fácil de solucionar. Otros dos motivos por los que se puede dar esta consecuencia, y que ya no son tan sencillos de solucionar, son que la resistencia se haya quemado o deteriorado y que el termostato de nuestro electrodoméstico se haya estropeado.
Como veis, existen muchas averías simples con fácil solución y que se puede realizar desde casa y sin invertir demasiado tiempo. Éstas, se pueden evitar llevando un buen mantenimiento y cuidando nuestro lavavajillas. Como hemos visto, en otras ocasiones, las averías o problemas son más graves y necesitaremos de la ayuda de un especialista, por lo que desde M. J. Suazo nos ponemos a vuestra disposición con nuestro servicio técnico.
Consejos para cuidar tu frigorífico en verano
Desde M. J. Suazo hoy queremos hablaros sobre los frigoríficos. Durante los meses de más calor del año, el consumo de alimentos fríos aumenta y hace que nuestro mejor aliado, el frigorífico, no rinda tanto como debería.
En verano, si queremos que nuestro electrodoméstico funcione correctamente y los alimentos se conserven de forma adecuada, debemos bajar la temperatura y ajustar el termostato entre 0º y 5 º.
Además de ajustar la temperatura, debemos tener en cuenta una serie de aspectos para hacer que funcione a la perfección:
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No debemos sobrecargar la capacidad del frigorífico, ya que si no hay espacio entre los alimentos, el aire no tiene sitio para circular y distribuir la temperatura adecuadamente.
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Debemos colocar los alimentos en el lugar correcto, ya que no todos los lugares del frigorífico mantienen la misma temperatura. La localización más fría se encuentra en el estante de abajo, donde se deberán colocar los alimentos más perecederos como carnes y pescados.
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Las frutas y verduras tienen su propia zona en los cajones, los productos que recomiendan conservar en frío una vez abiertos, pueden distribuirse en las baldas medias y superiores. La puerta del frigorífico es la zona menos fría, perfecta para conservar bebidas, mantequillas, salsas….
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Si tienes que guardar comida preparada no debes introducir alimentos calientes en el frigorífico, ya que el calor del plato hará que suba la temperatura y el frigorífico tardará más en refrigerar. Esto obligará al motor de nuestro aparato a redoblar sus esfuerzos, lo que significa más consumo eléctrico, y por lo tanto un incremento en la factura de la luz.
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En estos meses el frigorífico se convierte en ese electrodoméstico que se abre con mayor frecuencia, pero debemos evitar abrir y cerrar la puerta constantemente, ya que con ello conseguiremos que aumente la temperatura en el interior.
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La higiene del frigorífico es un factor muy importante, se debe limpiar regularmente, porque si el hielo se acumula, es un inconveniente para el buen funcionamiento del electrodoméstico.
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Durante el verano, algunos alimentos desprenden olores muy fuertes. Para que nuestro aparato no coja olores y evitar esa situación tan desagradable, pondremos en un vaso de chupito dentro de la nevera con bicarbonato y este se encargara de absorber todos los olores.
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Durante esta época del año es muy frecuente que el frigorífico realice un molesto sonido parecido a los que emiten los grillos. Para evitarlo y disminuir disminuir el calor, es recomendable que lo separes de la pared unos centímetros
Desde M. J. Suazo queremos que vuestro frigorífico rinda de la forma más óptima posible, por eso pensamos que siguiendo algunos de estos consejos conseguiremos alargar su vida útil y hacer que no sufra desperfectos ni averías en los meses que más lo necesitamos. Si aún siguiendo estas pautas ves que tu electrodoméstico no funciona correctamente, no dudes en contactar con nosotros, estaremos encantados de ayudaros a solucionar el problema con nuestro Servicio Técnico.