Hoy en M. J. Suazo queremos hablaros de otro electrodoméstico que gana día a día protagonismo en la cocina, la campana extractora. Y lo hace por que sobre ella las marcas están desarrollando un inusitado salto tecnológico. La campana extractora es la revolución que viene. Si no está ya aquí. ¿Imagine una campana que aparentemente es una pantalla Smart TV? ¿Con Neflix y Spotify?
Pues, sí. Ya existen y se comercializan. Son quizás un ejemplo extremo de hacia donde está evolucionando este electrodoméstico, al que el diseño le está cambiando la cara… y las funcionalidades.
Ya comienzan a verse, también, las denominadas campanas de superficie, a las que realmente no tiene ningún sentido seguir llamando campanas. Sí que son extractores de humo, aunque se montan integrados a superficie en la encimera, con un sistema que funciona a dos alturas y que le permite una práctica invisibilidad.
Lo mismo ocurre con otro tipo de campanas cada vez más presentes en las cocinas: las de techo, que buscan mimetizarse y que crean espacios abiertos y diáfanos, con acabados en acero inoxidable o en cristal.
Las más numerosas en el mercado, no obstante, sigue siendo las que conocemos por convencionales (sean o no extraíbles), es decir, las campanas de mueble alto, que al ir encastradas en un módulo de nuestro mobiliario de cocina, nos otorgan además un espacio de almacenaje extra. Esto no significa que no estén también transformándose a pasos agigantados. Lo están.
Entre todos los modelos, quizás el más llamativo (o el que más aceptación están teniendo) son las denominadas campanas de pared inclinadas –también las hay verticales–, que incorporan una puerta de acceso a los filtros, y que se puede abrir o no según la potencia que se necesite. Obviamente, para un alto rendimiento deben estar abiertas.
Más allá, blanco o acero inoxidable, es un debate que prácticamente también ha perdido sentido. El negro se impone, pero también hay marcas que ya llevan un tiempo ofreciendo colores –y muy llamativos, como verde lima, azul turquesa o amarillo yema– con los que la campana pierde toda la discreción para ir a juego, por ejemplo, con otros electrodomésticos, como el frigorífico. Hay otros modelos que ofrecen alternativas en colores oro o cobre. En fin.
O también están ya en el mercado campanas de techo –que se suelen instalar sobre cocinas tipo islas– que, realmente, se confunde con grandes lámparas. Juegan precisamente a esa dualidad: mimetizarse, para ofrecer otra característica sobresaliente en este tipo de composición en forma de led. Es decir, son a la vez verdaderas lámparas, y eso es lo que parecen, y extractor. Aunque esta función extractora, más que verse, se oye.
Sin duda, a la hora de hablar de campanas hay que valorar la capacidad de extracción y la elegancia del diseño, pero no debemos olvidarnos del ruido que emiten. Aunque esta es otra de las características que más han evolucionado en las campanas extractoras, que cada vez están más cerca de sistemas de aspiración que tienden al silencio.
En apenas una década, el salto cualitativo –y sonoro– ha sido extraordinario, hay modelos que incluyen materiales que absorben y amortiguan el ruido. Los decibelios que pueda producir no son una cuestión baladí. Y aunque es verdad que cada vez son más silenciosas, todo es relativo. Por término medio, las campanas extractoras emiten entre 70 y 80 decibelios a máxima potencia y unos 40 a mínima. Para que no truenen en nuestra cocina lo recomendable es que nunca pasen de 60 dB.
Una buena campana es una inversión que a veces no tenemos en cuenta, pero que nos servirá para garantizar una vida bastante más prolongada al mobiliario de la cocina e, incluso, a otros electrodomésticos si están cerca de los fuegos. No es cuestión solo de olores, sino también de higiene. Pero, bajo nuestro punto de vista, sobre todo de preservación de todos los componentes –mobiliarios y electrodomésticos– de una cocina, y si esta es una cocina abierta, por ejemplo, al salón, más necesaria es.
La mejor campana es, realmente, la que mejor se adapta a tus necesidades. ¿Y cuáles son estas? Un buen profesional sabrá calibrarlas según varias constantes, como el tipo de cocción –inducción, placa eléctrica, vitrocerámica o gas–, la disposición de la misma, la frecuencia de su uso, el tamaño (normalmente necesitaremos una campana de ese mismo tamaño: 60 centímetros es la medida más habitual), la distribución del mobiliario, los metros cuadrados de la cocina, si es abierta o cerrada… hasta el tipo de platos que cocinamos con más asiduidad. Todo tiene que ver, y por supuesto si es posible instalar una salida o no de humos, o dónde. Acertar no es fácil. Pero al menos nos deberíamos acercar. Y además está el diseño, cuanto más minimalista más caro…
El presupuesto no debería ser un inconveniente. Porque la campana extractora quizás sea hoy el electrodoméstico que presenta una mayor variedad de precios. Es decir, podemos encontrar campanas a partir de los 50 euros hasta prácticamente los 2.000 euros. La gama básica, aunque no demasiado silenciosa, es verdaderamente amplia. Por debajo de los 250 euros se encuentra prácticamente la mitad de la oferta de campanas que hoy en el mercado.
En esta gama de precios casi siempre estamos hablando de campanas de extracción por succión o evacuación, es decir: necesitan de una salida de humos al exterior. Aunque casi todas incluyen lo que se denomina un kit de recirculación, que lo que hacen es absorber el aire, depurarlo y eliminar los olores mediante un filtro de carbón. No obstante, debemos decir que estas campanas propiamente de carbono o de recirculación realmente son eficaces ya en la gama media/alta.
Según su instalación, la tipología es amplia, como hemos ido explicando, están las extraplanas –que suelen ser fijas o telescópicas–, y que habitualmente van encastradas en el mobiliario, las decorativas, de pared, de isla, de techo, de superficie. Todo un mundo, donde lo ideal es dejarse asesorar por profesionales.
Porque más allá del diseño hay que tener en cuenta otras cuestiones importantes: los motores, si son blindados de hierro o de plástico… si tienen válvula antirretorno, cuántas velocidades dispone, la capacidad máxima de extracción que alcanza (500 metros cúbicos por hora debería ser lo mínimo, pero depende de los metros cuadrados de la cocina)… o incluso el consumo energético. Si incorporan luminarias led o no…
También, no obstante, habría que contar con cuestiones más prácticas: si es necesario desengrasarla –en cualquier campana convencional, deberíamos limpiar las rejillas una vez al mes como mínimo– o cómo se debe limpiar el motor (que habría que hacer ocasionalmente, incluso llamando a profesionales, dado que habría que desmontarla parcialmente). Una campana con grasa acumulada (o que apenas se limpia) además de ser un insalubre es un peligro de incendio…
Además, hay otros muchos de avances que ya es posible incorporar: sistema de detección automática de saturación de filtros, que nos hacen la vida más fácil. Muchas vienen ya con control táctil y a distancia, programables… Todo un mundo por descubrir, que mejora nuestro día a día.
Desde M. J. Suazo esperamos haberos ayudado a la hora de saber elegir una campana. Aún así, si necesitáis más información, no dudéis en contactar con nosotros. Estaremos encantados de ayudaros.