Frente a otras cocinas –inducción, placa eléctrica o vitrocerámica–, la de gas había quedado relegada. Pero ahora regresa con fuerza, tanto que vuelve a estar de moda. En primer lugar, la “resurrección” de la cocina a gas viene de la mano de la pasión por la gastrococina o cocina de autor. “Cocina como un chef, elige el gas”, es el lema, por ejemplo, de una reputada marca de “gasodomésticos”, Vitrokitchen, especializada en los básicos hornillos hasta las más sofisticadas cocinas y vanguardistas sistemas de cocción, como la única vitrocerámica a gas del mercado.
La cuestión es, no obstante, que no le falta razón. Desde hace mucho tiempo –y ahora más– los cocineros profesionales se han decantado por cocinas y hornos a gas en lugar de los eléctricos, básicamente, por la eficacia de su “a fuego lento”, su mejor distribución del calor y porque permite una mejor versatilidad a la hora de cambios de temperatura e, incluso, de las técnicas a aplicar o el menaje a utilizar. Y el mensaje ha acabado calando. También en el ámbito doméstico, las cocinas y hornos a gas ofrecen importantes beneficios y ventajas frente a la vitrocerámica o la inducción, por ejemplo. Y no solo en cuanto a la “calidad” de lo cocinado.
El gas también supone un notable ahorro energético –con lo que significa de sostenibilidad ambiental–, pero también un notable ahorro económico. Hoy en día, el gas es la opción más eficiente para cocinar. Ya sea el gas Butano, aprovechando además la bajada de precio de sus tradicionales bombonas de 12,5 kg., como el cada vez más popular gas Propano, ya sea canalizado, a granel o envasado también en bombonas de 11 y 35 kg. El despliegue cada vez mayor de las redes de gas natural, también están influyendo en la recuperación de la cocina de gas.
Si repasamos los precios del suministro de Electricidad, por ejemplo, las tarifas se sitúan en una media de 0,13 €/KWh –sin incluir IVA ni los costes fijos–, frente al 0,05 €/KWh del Gas Natural o el 0,08 €/KWh del Propano en bombonas o canalizado (a granel suele ser más caro). El precio del Butano es similar al Propano, si bien los expertos señalan que la ventaja del Propano está en que necesita menor consumo para alcanzar altas temperaturas y que se puede usar en condiciones de baja temperatura, incluso bajo cero.
Hay quien ha hecho una media ponderada y calculado que la hora de uso de una cocina de gas a máxima potencia tiene un coste de 15 céntimos, mientras que en una cocina de inducción es de 91 céntimos.
El gas natural es, en cualquier caso, el que va a provocar la próxima revolución de las cocinas de gas. Ya en marcha, como decimos, aunque la oferta de cocinas que usan gas natural está aún por debajo de las que utilizan el Butano/Propano tanto en variedad como, además, en precio. Actualmente, son más caras las que emplean gas natural, aunque todo es cuestión de comparar modelos y necesidades.
Lo que no hemos dicho es que, prácticamente la gran mayoría de modelos de cocina de gas que actualmente están en venta –aunque también hay placas exentas, sobre todo en alta gama– incluyen también un horno de gas. Desprenderse del horno eléctrico, suele ser una decisión que cuesta más que cambiar la vitrocerámica, la cocina de inducción o la placa eléctrica. No obstante, algunas marcas –que lo saben– están ofreciendo ya modelos mixtos con cocina a gas y horno eléctrico multifunción. Además, el uso cada vez más común de hornos eléctricos exentos permite, en cualquier caso, mantenerlo.
Aún así, el mismo argumento con el que reputados chefs defienden la cocina a gas, suele usarse también para el horno: el resultado, desde el punto de vista gastronómico, queda mejor a gas. Si bien, el debate con el horno es mayor porque el eléctrico permite una gama de usos mucho más amplio. En cualquier caso, lo irrebatible es, sin duda, el ahorro del coste medioambiental y por supuesto económico.
Hoy día, ya sea para Butano, Propano o gas Natural, en casi todas las marcas coexisten una amplia gama de cocinas tradicionales –habitualmente, de cuatro quemadores– con otros modelos que incluyen alta tecnología que garantiza una mayor uniformidad de cocción, temperaturas más constantes y tiempos de preparación reducidos, entre otras ventajas. Claro que, no obstante, esto se nota en el precio. Pero las opciones están ahí. Y suelen merecerlo…
El mercado oferta hoy cocinas de gas de cuatro quemadores y horno desde propuestas muy básicas de 205,00 € a otras casi profesionales de 1.150,00 € de acero inoxidable, con autoencendido, cinco fuegos y ciertas características especiales, como ventilación tangencial de enfriamiento. Como ocurre con muchos electrodomésticos, la virtud suele estar en el punto medio, ya que la mayor parte de la oferta se concentra entre los 300,00 y 450,00 €. Y es mayor actualmente en modelos a gas Butano/Propano –suelen ser compatibles– que a gas Natural, pero el mercado crece día a día.
Por si no ha quedado claro, los modelos a gas Butano/Propano no son compatibles con el gas Natural. En muchos domicilios, sobre todo del centro y norte de España, el gas Natural está más que consolidado como la fuente energética de la calefacción del hogar a través de una caldera. Conectar la conducción de gas a la cocina es bien fácil, eso sí, siempre debe de hacerse por instaladores autorizados.
Otra fortaleza de las cocinas de gas frente a la vitrocerámica y también la inducción es su durabilidad. Son, sin duda, más resistentes. Además, a su favor, también hay que decir que el diseño de las placas de gas ha evolucionado también enormemente en dotación y confort. El autoencendido integrado es bastante común, y hay modelos que incorporan medidas de seguridad electrónicas, como el llamado GasStop, que hacen que el hornillo se cierre automáticamente en caso de no detectar llama. Los quemadores también han gozado de una gran evolución tecnológica, así como las parrillas.
En su contra, sobre todo la limpieza, pero no es nada que no se puede sobrellevar. Hay trucos, por ejemplo, para mantener los quemadores en perfecto estado, como meterlos de vez en cuando en una olla con vinagre (y agua) en ebullición. Aunque ya están anticuados. Todos los fabricantes insisten, por ejemplo, en quemadores esmaltados más duraderos y fáciles de limpiar, lo mismo que las parrillas o soportes, que pueden incluso meterse en el lavavajillas.
Las baterías de cocina para cocina de gas –aunque en la práctica permiten su uso en todo tipo de fuente de calor– también están viviendo una verdadera revolución, con bases difusoras de mayor calidad o asas de acero antitérmico. Eso sí, cada vez, con menor presencia del teflón, material sobre el que cada vez hay mayores evidencias de su toxicidad. El barro, el vidrio refractario y vitrocerámico, el titanio y el hierro fundido, son las mejores opciones. También el acero inoxidable, con una buena aleación, y multicapa, aunque exige un mejor cuidado. Las sartenes no son, ni mucho menos, antiadherentes. Pero también vuelven a ponerse de moda.
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